7.04.2005

ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA, UN SUEÑO

Un barco grande se aproxima al sol y desde la proa se va desprendiendo un perro lanoso sentado en un almohadón. Va girando como un trompo y a la tercer vuelta el perro es ya un hombre de abundante cabellera que le extiende la mano, supongo, que al viento.
A lo lejos se ven revolotear escarapelas, posándose casi como mariposas en las copas de los árboles, que no son mas que árboles. Verdes y frondosos árboles.
El viento abrazó a aquel hombre y del abrazo es como que si van saliendo ángeles. Y siguen camino al sol. Se toman de la mano y hacen un enorme círculo alado.
El tiempo avanza. Supongo que es el tiempo.
Hay ahora en el cielo un corazón flechado y las escarapelas ahora son olas estáticas en un mar suspendido a lo alto, junto al horizonte. Un patín se desliza y confronta con un libro abierto. Hay letras suspendidas en el aire. Un rey conversa con una corbata.
Hay un gallo, un bonete y más abajo barriletes, que no son más que barriletes. Coloridos barriletes.
Un racimo uvas se dobla y forma la pantalla de un velador. Hay un casco de soldado y una cuna se mece lentamente al lado de un cuadro de Dalí, creo.
Y por de tras pasa un avión, que no es más que un avión, veloz y tardíamente ruidoso avión.
Un montón de pochoclos se encimaron y se formó pausadamente una pieza de ajedrez, o dos; una torre comiéndose a un peón. Más allá, alguien está sentado en un banco de plaza con la cabeza para abajo, y las olas estáticas de ese mar suspendido que antes fueran escarapelas voladoras ahora es un mantel tendido sin mesa y de las puntas se ven antenas, que no son más que antenas. Duras y metálicas antenas.
Y edificios renegridamente grises y ventanas cerradas y ropas tendidas en valconcitos de alquitrán. Y cortinas que pretenden ser blancas y focos que miran a las calles que no se ven. Y carteles y autopistas y poco espacio y muchas sombras.

Yo quiero vivir la vida del cielo y jugar a ser metáfora en el poder que tienen las nubes. Ser así de liviano y reconstruirme mil veces en lo que me pida el viento y que el mismo viento me lleve a donde sea.
Yo quiero que me atraviesen los rayos del sol mientras soy corona de novia y que sea el sol quien destiña mi pureza en un naranja-alegre-rosa-amor para ver si todo eso de abajo se conmueve en un ocaso.
Yo quiero ser distinto todos los días.

Y mientras me regreso a la realidad, en la velocidad de estrella fugaz diurna, un haz de luz intenso impacta en mis ojos. Y quedo detenido. Iluminado. Y lentamente me voy modificando. Y me duermo, observando mi cuerpo mutándose en orquídea.