9.08.2006

PRIMERA CITA

La pared de la sala era caqui. La luz inexpresiva de una lámpara agonizante ahondaba en la sala. No era una sala de esperas, sonaba en el ambiente una música country o un chill out con arreglos de armónica. Exótico? Seguramente en otro contexto. La pared era caqui. David observaba sentado desde el sillón caqui una pared caqui. Su vista recorría los objetos inherentes a esa pared. Dos cuadros. Dos sillas cuadradas, de tapizados cuadrados y dos cuadros cuadrados suspendidos. Simetría caquis. David agradecía los besos que un desconocido le daba a la armónica del ambiente ya que era ése un sonido circular. La mesa ratona era cuadrada y sostenía más objetos cuadrados. A David no le costó entender que en la sala no se fumaba. No había ceniceros cuadrados, ni rastros de ceniza ni polvo. “Esto es paquetísimo” pensó David, “es un gran paquete cuadrado”. Y no sabía por qué no podía cerrar los ojos o al menos prolongar su pestañeo pausado. No lo era, pero estaba sentado frente a una pared caqui, esperando.
David se preguntaba lo mismo siempre que había quietud en su primera cita. “Ir a cenar a la casa de tu cita es puramente seductor”, entrar a una casa era entrar en el universo íntimo de quien la posee. Aunque su mente no dejaba de transmitirle una extrema sensación de caquitud. Quién se alimenta con un amor ultapasteurizado?
David intentó recordar cuando sopló por primera vez una vela de cumpleaños y sólo tuvo la sensación de un soplido amarillento de aire caliente. Lo amarillento le transmitía nostalgia, una falsa elegancia con formas cuadradas. Lo amarillento tenía la abstracción de esa pureza olvidada, como los cajones de muebles con olor a humedad, como los papeles que se guardan en ellos.
Nunca le significó tanta tristeza “este cuadro”. Simulaba las imágenes sepias disparadas de un viaje en taxi en donde todas las calles tienen el mismo nombre y no deja uno de dar vueltas la manzana. Cuadrada. Eso fue un ataque de angustia.. La historia es caqui. La historia cuadrada y caqui es una triste historia. Una triste historia es una telenovela. Un cuento mal contado. “Una pared caqui impacta en la primera cita”, “los efectos de una pared caqui en la primera cita”, “las paredes caquis y las primeras citas”, “entre la espada y la pared caqui en la primera cita”, “como demoler una pared caqui en la primera cita”, “Ninguna opción es correcta para una pared caqui en la primera cita”.
David se consideraba una persona sencilla y por consecuencia decía gustar de las cosas sencillas. En ese momento David se sorprendía de la longitud de esa música que pudo haber sido más simple, o simpática al menos, pero como todo sonido prolongado llega a un punto en que suena cuadrado. Quién habría inalado tanto aire como para hacer eterna una armónica? Quien haya sido excedió de generosidad. La generosidad en exceso también suele no cuadrar. Qué exceso no? Excesos en formas cuadradas, perfectos, impecablemente caquis. David eligió hacer algo al respecto, todo en esa sala estaba a punto de quebrar en llanto. David cambió la mirada. Atinó. Pero no puedo hacer nada. Un sonido lejano se acercó de pronto. David volvió la mirada y lo caqui gozó del reflejo lumínico de una bandeja de plata.
La voz de Goliat sonó dentro de una sonrisa dibujada, como la de una señora gorda y mentidamente dèco.
- Aquí están las lágrimas.

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